Estamos muy tristes, agotados, y sin embargo satisfechos.

Tristes porque hemos perdido a grandísimos amigos. Sigue siendo desgarrador.

Agotados, porque hemos extendido el horario de trabajo y hemos apurado cada minuto hasta el límite.

Y satisfechos, porque, contra viento y marea, avanzamos.

Esta misma mañana hemos recibido la resolución favorable del Ayuntamiento de Santander en un asunto urbanístico que esperábamos desde hace meses; hemos dado el visto bueno definitivo a la firma en una notaría de un proyecto de escisión parcial con dos sociedades beneficiarias, una de ellas de nueva creación, que comenzamos a preparar en el mes de septiembre, para de ese modo separar tres ramas de actividad y acometer nuevos proyectos; en otra notaría ha firmado nuestro cliente la aportación a una nueva sociedad del conjunto de inmuebles que ha ido adquiriendo, con nuestro asesoramiento, estos dos últimos años, para así aprovechar las ventajas de su explotación como actividad económica, incluidas las fiscales; hemos derrotado a Lexnet, el antediluviano sistema de notificaciones del Ministerio de Justicia y hemos conseguido presentar escritos en los procedimientos que llevamos en Madrid; hemos dado hora de consulta de asuntos nuevos para el año que viene; y estamos enviando las últimas facturas que nos piden clientes que quieren recibirlas con fecha de este año.

Nos gusta el anuncio de la aseguradora que muestra a sus clientes riéndose de las goteras, de los rayones, o de haberse dejado las llaves dentro. En medio de tanta tragedia compartimos el deseo de volver a la rutina.

Por el camino, hemos conseguido que los alumnos de la Facultad asistan a las vistas del Juzgado de forma telemática; hemos convencido a los clientes de que podemos mantener las consultas a distancia; hemos conseguido anular multas sin sentido impuestas a quienes no pretendían otra cosa que seguir trabajando y manteniendo a sus familias; y sobre todo hemos recibido reseñas en los buscadores de internet que nos han llenado de emoción.

En 2021 seguiremos, si Dios quiere, ganando aún más velocidad, mayores destrezas, mejor servicio.  Ayudando a los demás profesando la abogacía. Siendo la voz de otros. Los defensores de intereses ajenos. La labor más hermosa del mundo.