El retrato del cartel de los cursos de verano de la UIMP que ilustra esta reseña está dedicado a don Marcelino Menéndez Pelayo. Desmiento que sea mi retrato.
Ahora en serio: el Consejo General de la Abogacía Española, con Victoria Ortega Benito al frente del mismo, está consiguiendo un alto grado de influencia en los círculos jurídicos y políticos en que se toman las decisiones relevantes que afectan a nuestra profesión. Buena prueba de ello es el Curso organizado esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo; “La presunción de inocencia y los juicios paralelos”. Puedo contarlo, porque estuve allí.
Lo inauguró el Ministro de Justicia, le acompañó el Rector de la Universidad, abrió fuego la filósofa, Consejera de Estado y subyugante oradora, Amelia Valcárcel, y fueron ponentes, entre otros: el Vicepresidente del TS, Angel Juanes; el Magistrado de la Sala Segunda, Antonio del Moral; El Fiscal General del Estado, Jose-Manuel Maza; el Fiscal Anticorrupción, Alejandro Luzón; y el abogado Miquel Roca. ¿ Se puede aspirar a más ?
Hubo coincidencia general en que existe un abuso por parte de los medios de comunicación en el ejercicio de los derechos de libertad de expresión, opinión, e información. Y preocupan, mucho, las filtraciones de las actuaciones procesales.
Quien miró hacia dentro de la persona y de sus ideas e impulsos fue la filósofa, Amelia Valcárcel, quien ya estuvo en la UIMP el año pasado; como también repitieron los dos Fiscales, que el año pasado no ostentaban sus actuales responsabilidades, lo que evidencia de nuevo el fino olfato de la Presidenta del CGAE.
La señora Valcárcel, recorrió en su exposición la historia de las penas y de los procesos, desde Sófocles y Hegel ( todo lo que obra, es culpable ) hasta Cervantes ( el episodio de la cuerda de galeotes ), Dyckens ( y sus relatos sobre las ejecuciones públicas ), o el Marqués de Beccaria ( De los delitos y las penas ). ¿ Con qué finalidad ? La de explicarnos tres ideas: La primera, que “no estamos calculados para discordar del grupo ( nos relató el experimento de Asch y como un grupo experimental sujeto a que se le conceda reiteradamente la razón a un grupo de control, es decir, implicado en el experimento, termina modificando su sentido de la realidad y negando la evidencia para obtener el mismo reconocimiento y aplauso que el grupo de control, que señala como línea más corta la que obviamente es más larga ). La segunda noción esencial para entender la relación entre la presunción de inocencia y los juicios paralelos depende de la necesidad del hombre de sentir la justicia como un sistema retributivo ( el suum cuique tribuere, aunque esto no lo dijo ella ) lo que le produce la ansiedad de que las penas ya no son infamantes ( los descuartizamientos públicos ) por lo que ese anhelo retributivo se anticipa al proceso y de ahí el afán de contemplar las penas de paseíllo, banquillo y telediario. Y, en tercer lugar, que la infamia, hoy, se halla en el manejo perverso de la opinión pública.
Esta última frase, que anoté en su literalidad, señala a la prensa como cooperadora necesaria, e interesada – puesto que es el objeto de su actividad mercantil – en vender el producto de las públicas investigaciones, como placebo de la ausencia de cadalsos en las plazas públicas. La proscripción de la tortura como parte del proceso ( escuchamos ecos de la Inquisición y de su primera pregunta al reo, privado de previa acusación, de: ¿ por qué está usted aquí ?, tan tristemente parecida ( esto no lo sabe doña Amelia ) a la de tantos jueces y juezas de instrucción: ¿ sabe por qué está usted aquí ? ) y la privacidad de las penas posterior a la Ilustración y a Beccaría, en el sentido de que se cumplen en penales apartados de nuestra vista, no le deja a la prensa otro producto que vender más que el de las imputaciones ( investigaciones es un concepto con mucha menor carga peyorativa, como advirtió el Consejo de Estado, aunque la prensa en su diario manejo se ocupará de recargarlo ) y de ahí las filtraciones y el uso infamante de paseíllos, banquillos y telediarios. Y el público, claro, es corresponsable último de comprar la mercancía envenenada.
Se puede decir más alto, pero no más claro. De ahí el título de esta reseña: “juicios para lelos”.
Clausuró el curso Miguel-Angel Revilla.
En Santander, Cantabria. 2018
Fuente imagen: UIMP
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